domingo, 25 de octubre de 2009

El Túnel (Con todo cariño para Celia y el resto de los Chocolateros)

Llevaba esperando el momento desde hacía tiempo y conforme se acercaba el día le entraban más nervios –tenía el convencimiento de llevar a cabo su gran viaje- y los minutos se le volvían horas.


La sorpresa que tenía preparada era llegar casi sin avisar y ver la cara de todos preguntándose… ¿cómo es posible que nos haya tenido esperando y al final gastarnos la broma de “cucú…,tras”…?

¡Nada más que de pensarlo se partía de risa!

Para relajarse se puso a recordar el día que fueron al campo y prepararon una barbacoa con la familia y varios amigos:





“-Los niños sobre todo lo pasamos bomba jugando a un montón de cosas; también se bañaron en una charca del río, todo el mundo decía que el agua estaba helada –a pesar de ser pleno verano- aunque la verdad no era para tanto, claro que mi mamá y yo solamente nos metimos un poco las piernas.

-El rato que estuvimos jugando al escondite fue genial, nadie consiguió localizar el mío y cuando dieron los premios, algunos protestaron: ¡trampa, eso es trampa, no vale…hay que repetirlo!

-Luego en las carreras, salto de longitud y altura no pude participar, solamente los chicos mayores y algún que otro papá y mamá –empeñados en echar el bofe- compitiendo con mis coleguillas.

-La comida estuvo super-güay, hubo quien se comió hasta cinco chuletas, después de acabar con los chorizos criollos, las morcillas de cebolla, las alitas de pollo, varios kilos de sardinas que asaron aparte, salchichas de todos los colores, varias fuentes de ensaladillas rusa y la tortilla de patatas gigante que llevó la abuela.

-Como siempre mi mamá me organizó el menú y la verdad sea dicha; ¡probé de todo y me puse como el quico!..., después a sobar una horita a la sombra de una higuera, como Dios manda. Bueno, no me importa reconocer que me encanta dormir y lo considero un deporte de lo más sano y recomendable; en cambio mi hermano - que es más listo que una ardilla- tiene pasión por los caballos.

-La tarde estuvo muy divertida, hicieron como un fuego de campamento, pero sin fogata.

-Contaron chistes, la mayoría yo no los entendía, pero como les hacía mucha gracia a los mayores y se reían, pues yo me los carcajeaba a la vez que los demás.

-También cantamos canciones y mi primo –al que le encanta el papeo- tenía un libro de adivinanzas, las leía y había que acertarlas; algunas estaban chupadas, pero otras no las sabía ni Pacololo.

-¡…Ah! Pacololo es el abuelo –que se las da de listillo-, y le puso ese nombre, otro primo de Madrid, que es bastante mayor y estudia una cosa rarísima: “la eso”.

-En fin, que pasamos un día fenomenal y por la noche, con las pilas agotadas, dormí a patas sueltas.

Como había conseguido relajarse continuó preparando el viaje y las cosas que le habían recomendado para que todo saliera bien, además como era el primero por su cuenta y riesgo, quería tenerlo todo controlado.

No era mala hora para salir, le gustaba viajar de día para enterarse de todo, disfrutar del paisaje, ver las estaciones llena de gente que subía y bajaba del tren, los que estaban esperando a alguien como se figuraba a los suyos cuando llegara, ¡que ganas tenía de llegar!, pero debía recorrer el camino que le faltaba y se acomodó antes de que aquello empezara a moverse.

Al principio la cosa iba tranquila y hasta echó uno de esos sueñecitos que tanto le gustaban, pero las cosas empezaron a complicarse y se despertó entre meneos y trompicones cuando se metieron en un túnel y se fue la luz.

¿Esa eran las comodidades que pregonaban del AVE…? ¡Menudo rollo todo lo que había escuchado del dichoso tren!..., pensaba entre botes y empujones, para terminar gritando y desahogarse:

-¡Cuando llegue voy a montar una pajarraca, que van a perder el culo buscando el libro de reclamaciones y dónde esconderse!

-“¡Vale, respira hondo y tranquilízate, duerme otro ratito y cuando te despiertes se acabaron los problemas! “

-“Venga…, a dormir, pero sin roncar, como dice la abuela Yolanda que hace, quien ella se sabe muy bien, y no se refiere a mi papá, que según las malas lenguas, es también un fuera de serie”.

-¡Aaaaaah…,que a gustito!... zzz…zzzz…zzzzzzz…

Creyó haber dormido un buen rato, pero no tenía seguridad alguna por no llevar reloj, ¡vaya despiste para salir de viaje!

Lo primero que recordaba era el sobresalto y los ojos como los búhos, después de otro empujón más fuerte, luego los traqueteos a continuación, que desde ese momento fueron continuos y cada vez más violentos.



Ya sólo pensaba en que se acabara el dichoso túnel y poder contar el final del viajecito de las narices.

-¡Un momento!

-Se oyen voces…

-Seguramente más viajeros protestando por este abuso continuado…

-¡Cálmate… y atiende para enterarte de una vez…!

¡Ya llega!... ¡Ya llega!

¡No se ha retrasado mucho!...

Eso le parece escuchar y se prepara para salir, notando algo de claridad y que las voces suenan más cerca.

-¡Pero bueno, vaya meneo que me acaban de dar!...

-¿Y esa luz que me deslumbra?...

-¡El remate del tomate, señoras y caballeros!

- Abro la boca para protestar y es cuando…

-Me cogen de mala manera…

-Me sacan de un tirón…

-Me zarandean…y de propina,…me dan unos cachetes.

¡No entiendo nada, que me lo expliqueeeeeen…!




¡ENHORABUENA, ES UNA NIÑA PRECIOSA!..., la cara de Marina era un poema.